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lunes, 12 de julio de 2010

“El arte y la ciencia de enseñar”

Introducción

La enseñanza como concepto y como actividad, representa un elemento de obligada referencia. Si algo caracteriza el rol del profesor, independientemente del modelo didáctico subyacente, es la actividad de enseñanza, la función de docencia como tarea intencional.
El concepto enseñanza, al igual que viene ocurriendo con otros conceptos del campo didáctico (currículum, escuela, innovación, formación, etc.) presenta una clara polisemia en la medida en que su especificación va a depender en gran parte del modelo teórico que asuma cada autor, sobre todo, en lo que se refiere a su teoría del aprendizaje, a la teoría de la escuela, al desarrollo personal y profesional de los sujetos, así como a su concepción del conocimiento (Zabalza, 1984).
Etimológicamente enseñar proviene de in-signare (dar signo a alguna realidad, significar, comunicar, etc.). Este significado desborda en algunos aspectos en el ámbito propio de la Didáctica, aún cuando ha estado presente a lo largo de la historia de la Didáctica (la enseñanza como codificación y transmisión de informaciones). La enseñanza según Zabalza, es un proceso de comunicación, en tanto es un fenómeno humano y la comunicación es característica de los seres humanos. En segundo lugar, la enseñanza es comunicación en la medida que responde a un proceso estructurado, en el que se produce intercambio de información, de mensajes entre profesores y alumnos.
Este modelo permite comprender a la enseñanza como un fenómeno cuyo análisis ha de estar necesariamente contextualizado en diferentes niveles de concreción (comunidad, escuela, aula), así como ha de ser entendida como un proceso abierto y dinámico (Zabalza, 1985).


El dilema que le surge al autor tiene que ver con el debate sobre si la enseñanza es una actividad en la que podríamos identificar algunas leyes o principios generales, es decir, medios que facilitan la planificación o predicción; o si por el contrario, se trata de un proceso espontáneo, intuitivo e individualista, involucrando muchos factores distintos en forma general.
Si los docentes nacen o se hacen, es el tema que nos incumbe o por decirlo de otra manera la enseñanza como arte o como ciencia.







Enseñanza como ciencia.

En términos científicos podemos decir, que se puede construir sobre el conocimiento acumulado, nueva sabiduría. En cambio si hablamos de capacidades inherentes, decimos que se tienen o no; como el instinto, la imaginación, las emociones, etc.
Este debate también lo podemos relacionar con la cuestión progresista-tradicional.
El primer enfoque el aprendizaje surge a través de descubrimientos y juegos, actividades creativas, “aprender haciendo”; el segundo está referido a la instrucción, a un conocimiento basado en hechos, a la sistematización, a un aprendizaje estructurado, los objetivos claros y un examen formal. Pero en su mayoría los docentes tienen facetas de ambos enfoques.
De todas formas, los objetivos y métodos educativos, están sometidos inevitablemente, a ciertos valores, relativos al tipo de sociedad que deseamos y al tipo de educación que mejor se ajuste a ese objetivo.

Ya que hablamos de objetivos, podemos definir un objetivo como un fin deseable que se establece intencionalmente y que se supone que influye en las diferentes actividades de la persona. Los objetivos educativos se refieren primordialmente al aprendizaje, a la memoria y a la transferencia de conductas cognitivas, sociales y morales. Se pueden definir los objetivos en función del origen, del tiempo en que haya que alcanzarlos, de la especificidad con que se expresen, de su contenido y del nivel de perfección que requieran.
Entonces si debemos tener objetivos la enseñanza es una ciencia, y decir esto es afirmar que se trata de una actividad racional, sujeta a principios y leyes generales que la investigación puede descubrir. Volviendo a la enseñanza más sistemática, estructurada y estable.
J. S. Mill, observó, tenemos que “entregar (nuestros fines) a la ciencia” que proporcione los medios para alcanzarlos. Cuanto más claramente especifiquemos nuestros objetivos mejor.
El autor (Peter Woods) explica que este es un modelo “conductista” porque define la enseñanza como un cambio de conducta incluyendo los pensamientos y sentimientos. Y al eliminar la faceta de los valores la ciencia puede abordar los problemas educativos. También dice que estas técnicas son más adecuadas para “entrenar” más que para “educar”, que imponen a los docentes una camisa de fuerza y que ignoran la validez educativa de los procesos como algo opuesto a los objetivos.
En resumen: el modelo de objetivos puede que represente un medio científico, pero siempre en relación con un enfoque de la enseñanza altamente específico y restringido.

¿Qué es un objetivo educacional?

En la actualidad, es aquello que usted se propone que sus alumnos logren, luego de dar una clase, una unidad o una asignatura. Vamos a observarlo con un ejemplo: Un alumno comprendió como se sacaba la superficie de un rectángulo, realizando determinadas operaciones mentales. Para el alumno es aprendizaje de la superficie del rectángulo, que se manifestará como conducta estable: cada vez que le soliciten o se le presente la ocasión de conocer la superficie de un rectángulo u objeto con esa forma, el sabrá aplicar la fórmula y realizar los pasos indicados para lograrla.
Para el docente, el objetivo era: “aplicar la fórmula sobre la superficie del rectángulo”. Por tanto, todo lo que usted piense cuando prepare cada clase, en términos de meta o propósito a conseguir por los alumnos, se llaman: Objetivos Educacionales.

Función de los objetivos.

Vamos a explicarlos a través de un ejemplo: Un profesor de castellano en segundo año de una escuela de turno noche. En el mes de octubre, le queda una larga unidad por desarrollar pero no hay tiempo y tiene que elegir. El profesor piensa de todos los temas cual será el que más necesitarán los alumnos que concurren a ésta escuela. Y entre todos está, la redacción de una solicitud de trabajo. Por tanto se dedica a desarrollar ese tema a efectos de que los alumnos “logren habilidad para redactar una solicitud de trabajo”. Tal vez no lo exprese a modo de objetivo, pero ha sido el objetivo lo que ha estado presente, en la selección del contenido.
La función del objetivo es orientar en la selección de contenidos y en la distribución del tiempo, en la selección de actividades y orientar en el modo de evaluar.

El modelo “base de conocimientos” en la enseñanza.

Este modelo consiste en un conjunto de conocimientos variados: pedagogía general, de teorías del currículo, de los contextos y objetivos educativos, sus propósitos y sus valores.
Intenta concebir la enseñanza de un modo más amplio, y desde el punto de vista del docente, con el propósito de formarlo, (Shulman, 1986, 1987).
El autor insiste en que este enfoque no produce una imagen globalmente técnica de la enseñanza, como sucediera en el modelo de los objetivos. Reconoce claramente la naturaleza circunstancial del conocimiento que tienen los docentes.

Problemas privados, asuntos públicos

De la misma manera, nos ha limitado la idea de que la docencia es una actividad individual. Siendo la autonomía una característica central de la actividad del docente dentro del aula. También mostramos cierta tendencia a alabar al docente carismático. Todos los grandes docentes del pasado fueron así.
Sin embargo debemos considerar que no es lo que caracteriza a todos los docentes actuales. Los factores sociales e institucionales pueden contribuir a que haya problemas de disciplina en las aulas, aunque se experimenten como un problema individual. La ciencia social revela que los problemas privados son asuntos públicos, y que éste aún es un campo por estudiar.

Enseñanza como arte

Por otra parte, en otro escenario, un maestro o una maestra pueden dar la impresión de estar muy capacitados y dar clases muy artísticas. Saben jugar con las palabras; usar la cadencia de su voz y el ritmo de su discurso para crear una atmósfera de suspenso, y parece que la mayoría de los alumnos disfrutan de la lección y responden a ella.
Sin embargo el autor cree que estos docentes, sólo favorecen al alumnado de clase media y que el alumnado no interioriza las enseñanzas sino que interioriza estrategias de defensa. Puede que sea una forma artística de enseñar, pero, ¿para quién? Todos estos son motivos para oponerse a las explicaciones científicas.

Las ciencias social y educativa son todavía muy jóvenes, son imperfectas y han aparecido preguntas acerca del fracaso o la inconsecuencia de buena parte de las investigaciones educativas.
La sociología conmueve las opiniones recibidas y carentes de sustancia, identificando y exponiendo cuestiones importantes. La mejor forma de enseñar, la buena enseñanza, su propósito, qué debería aprender el alumnado… éstos son temas respecto a los cuales la gente tiene un punto de vista sólido. Pero no son siempre importantes cuando se la adoptan como dogma de fe.
Si bien hay personas que objetan a estas tendencias desacreditadoras y desmitificadoras y que adoptan las ciencias sociales, hay otras que arguyen, en ciertos momentos, esta ciencia consigue exactamente lo contrario.
De este modo, “se usa la mística propia de la ciencia para defender la reputación de las escuelas frente a sus críticos”. Aunque para el autor esto no funcione así por la razón de que los expertos no conocen toda la historia sino parte de ella, los que saben más son los docentes.
La ciencia, a pesar de sus enormes contribuciones y su potencial, sigue siendo una segunda cultura. El público en general, no comprende demasiado la ciencia; en la universidad sigue habiendo más estudiantes que eligen materias de Humanidades, y la propia enseñanza de las ciencias en las escuelas tiene una reputación bastante pobre.
A pesar de las limitaciones la ciencia ha hecho importantes contribuciones a la enseñanza, pero también ha producido efectos nocivos. En concreto ha simplificado, excesivamente ciertas situaciones complejas; ha dado prioridad al futuro (bajo la forma de objetivos) sobre el presente (procesos); ha objetivizado el conocimiento, considerándolo como algo aprehendido cognoscitivamente y mensurable cuantitativamente; y ha potenciado también la estandarización y la uniformidad. Sin embargo la enseñanza es una actividad socialmente construida y es un proceso cuyas características pueden variar de un individuo a otro, de un contexto a otro.
La ciencia también es, una actividad socialmente construida, que nos permite definir lo que deseamos regular y controlar.
La ciencia ha hecho importantes contribuciones a nuestra comprensión de la enseñanza, pero en relación con las realidades actuales, sólo logra alcanzar una parte (y no necesariamente la más importante) de esta actividad docente.

Entonces ¿en qué consiste el enfoque artístico de la enseñanza?
Veamos la opinión de algunos autores:
Eisner (1985): “la mejora educativa se consigue no mediante el descubrimiento de métodos científicos que se puedan aplicar universalmente, ni gracias a personalidades concretas, sino más bien ayudando a los docentes… a mejorar su capacidad de ver y de pensar lo que hacen” o, en otras palabras, fomentando su “arte apreciativo”.
Stenhouse (1985): el modelo de objetivos no es el más adecuado en algunas áreas. Los objetivos se suelen simplificar demasiado, atentan contra la creatividad del alumnado y del profesorado, descartan la posibilidad de que el o la docente evolucione.
Tom (1988): “el maestro y la maestra deben ser flexibles, es decir, deben ser capaces de adaptar, su comportamiento a la situación de enseñanza y aprendizaje, que cambia y que con frecuencia es impredecible…”.
Tom cita a Dewey en este contexto: “la creatividad práctica tiene que ver con situaciones individuales y únicas, que nunca son perfectamente duplicables, y sin las cuales, como es lógico, no se puede alcanzar una certeza absoluta”.

La enseñanza implica la libertad de explorar nuevos caminos, nuevas actividades, soluciones distintas, algunas de las cuales inevitablemente saldrán mal.

La creatividad: Best; enfoque “de investigación personal”
Incluye el desarrollo de cualidades tales como “la curiosidad, la originalidad, la iniciativa, la cooperación, la perseverancia, la mentalidad abierta, la autocrítica, la responsabilidad, la confianza en uno mismo y la independencia”.
En resumen, los alumnos deben ser científicos creativos.

Highet (1951): “la docencia exige una buena dosis de sentido artístico y las personas que planean mejor su forma de enseñar suelen ser aquellas caracterizadas por una fuerte sensibilidad estética”. “no pueden mencionar una frase sin darle una forma hermosa”.

La emoción: este mismo autor dice que “la docencia implica las emociones que no se pueden valorar y utilizar sistemáticamente, y los valores humanos, que están fuera del alcance de la ciencia… La enseñanza “científica”, incluso sobre materias científicas, no será la adecuada si tanto el docente como el alumno no son humanos. La enseñanza no es una reacción química; se parece más a pintar un cuadro o componer música… Nos exige que le entreguemos mucho corazón”.

Carl Rogers (1983): “los cursos más perfeccionados, los currículos y la tecnología jamás podrán liberar plenamente el potencial humano. Sólo las personas que actúan como personas en sus relaciones con sus estudiantes podrán empezar a hacer mella en este problema urgente que encontramos en la enseñanza moderna”.

Collingwood (1966): “los docentes deben sentir lo que dicen, y manifestar con claridad sus emociones, potenciando así que los estudiantes reaccionen igual y descubran las suyas propias. Los buenos docentes, como los buenos libros, nos abren la mente a nuevos paisajes”.

Mackey (1993): “existen ocasiones en las que las emociones hacen que los sentidos se agudicen, de manera que los sonidos, los olores, los gusto y el tacto envían al cerebro imágenes más vividas… La intensidad de tales imágenes hace más profunda nuestra comprensión del mundo real”.

El arte corre riesgos, y puede romper reglas, sin que lo pueda predecir teoría alguna. Más bien es el arte el que dota de contenido a la teoría, el que promueve las prácticas bien fundadas, hasta que el pensamiento artístico vuelve a desafiarlas.


El arte de amar

Entre los factores que menciona Fromm para ir ejercitando, es decir, aprendiendo, el arte de amar, figura la paciencia.
La paciencia es la condición capital para la asunción de cualquier arte.
El amor la requiere con urgencia.
Dice Fromm:
“Si aspiramos a obtener resultados rápidos, nunca aprenderemos un arte. Para el hombre moderno, sin embargo, es tan difícil practicar la paciencia como la disciplina y la concentración. Todo nuestro sistema industrial alienta precisamente a lo contrario: la rapidez. La máquina que puede producir la misma cantidad en la mitad del tiempo es muy superior a la más antigua y lenta. Naturalmente, hay para ello importantes razones económicas. El hombre moderno piensa que pierde algo (tiempo) cuando no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe que hacer con el tiempo que gana (salvo matarlo)”.
Paciencia, mucha paciencia se necesita para superar los egos antagónicos que somos.
Paciencia para compaginarlos. No digo para anularlos, porque sería iluso de parte de cualquier soñador. No se anulan los egos narcisistas, pero deben ser conocidos para poder ser manejados.
El mío, por mí.
El tuyo, por ti.
Manejar en el sentido de manejarse, de eludir agresiones, de estimular posiciones creativas, de acentuar los momentos de conjunción de personas y desestimar, como accidentales, los otros, los hostiles, aquellas erupciones del ego que sólo pretende destruir al prójimo.
Porque el amor tiene eso, se ama al otro.
Y eso, vuelvo a Fromm, vuelvo a mi mismo y a la experiencia de la sabiduría, reclama disciplina y paciencia.

La docencia como ciencia y arte.

Los científicos sociales tienden a considerar la docencia como algo racional y estable que la ciencia puede corregir. Los artistas tienden a verla como algo variado y expresivo. Probablemente ambos grupos estarían de acuerdo en que no existe la enseñanza “real o genuina”. Más bien se trata del producto de un conjunto de relaciones, enmarcadas en un tiempo histórico en un concepto particular del espacio.
Lo que está claro es que la enseñanza es una actividad compleja que desafía cualquier forma única que pretenda encasillarla.
En un día normal de cualquier docente, seguramente descubriríamos ejemplos de tareas científicas, artísticas, técnicas y burocráticas. Los docentes se enfrentan a muchos problemas y dilemas; tienen sus propios intereses y creencias; sin embargo se mueven en medio de muchos valores e ideologías en conflicto, viviendo dentro de una red de interrelaciones y expectativas. Considerar la enseñanza como una ciencia supone una especie de salvavidas en medio de este laberinto de actividad.


Conclusiones personales


Creemos como alumnas que, tanto la ciencia como el arte, deben estar juntas para que se produzca la enseñanza, aunque esto no garantice el aprendizaje, ya que son procesos diferentes que interactúan en el mismo medio.
No existe la ciencia sin el arte, en la enseñanza necesitamos conectarnos como humanos con los alumnos y llegar a la cumbre de sus sentimientos para que se produzca el aprendizaje.
Para ello también necesitamos lo científico de la enseñanza, ya que deben existir los objetivos.
Estos son necesarios para saber de alguna manera lo que queremos lograr, más allá del alcance que ellos tengan.

Las actividades de la enseñanza deben ser cubiertas con la combinación de teorías, de necesidades, motivaciones, expectativas de logros, curiosidad, refuerzo de contenidos, estimulación de los sentidos, etc.
Todas estas cuestiones están relacionadas entre sí y son diferentes, sólo debemos saber combinarlas y utilizarlas de forma científica y artística.

Concluyendo así que la enseñanza es un saber más que complejo y cuidadoso del que aprende y del que enseña, es decir, que su formación no solo dependerá de lo científico y lo artesanal, sino que de varios estímulos más, entre ellos, el ambiente, la sociedad, la pobreza, las relaciones familiares, las creencias, costumbres, etc.
La profesionalización del que enseña también dependerá de estos y varios factores más, los que dependen a su vez, de cada ser humano en particular que enseñe.

1 comentario:

  1. me podrías compartir la bibliografía que usaste para describir esta información, te lo agradeceré infinitamente.

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